Síntomas de la Esclerosis Múltiple

Síntomas em

Son muchos los síntomas de la esclerosis múltiple que se producen por las diferentes lesiones que tenemos en el cerebro o en la médula espinal y no afectan de la misma forma a uno u otro paciente diagnosticado con esta enfermedad, y sea por el tamaño de la lesión, o por el lugar donde se encuentra. Por eso, y porque afecta a uno de cada mil personas en el mundo, se le llama la enfermedad de las mil caras.

Muchos de estos síntomas son sencillos de poner nombre, de identificarlos e incluso de poder explicarlos a quien no los conoce o no sabe ni que los padece.

Aquí les pongo nombre a alguno de ellos y cómo afectan.

  • Fatiga y cansancio: es el síntoma más común en pacientes de esclerosis múltiple. Hay datos que dicen que más del 75% de los pacientes la padecen. Esa fatiga, se puede ver aumentada dependiendo de la medicación que se esté tomando, ya que alguna de ellas, aumente ese síntoma. Como muchos otros síntomas, es invisible y sólo lo detecta el paciente y es muy difícil de explicar o hacer entender, ya que no sólo es un cansancio físico, sino también mental. En mi caso en un cansancio que está ahí desde que me levanto, como si ya fueran las siete de la tarde de un día que no has parado, ha eso ahora, échale el resto de horas del día, por lo que ese cansancio crece a medida que pasan las horas del día. 
  • Parestesias: se manifiesta a modo de entumecimiento, hormigueo, picor, ardor, calambres en las extremidades tanto superiores cómo inferiores. Son muy molestas y pueden llegar a ser dolorosas. Pueden ser síntomas que pueden duran un determinado tiempo o bien, cómo me pasa a mí, esa sensación de acartonamiento, de hormigueos y pesadez, es constante durante todo el día. Los calambres suelen ocurrir más por la noche, durante el sueño, lo que hace que el descanso no sea el adecuado.
  • Espasticidad: es la rigidez muscular, provoca una resistencia muscular llegando incluso a no poder moverse o por todo lo contrario, a provocar espasmos involuntarios. Se da sobre todo en los músculos de los dedos, manos y piernas, lo que dificulta tanto  la movilidad motora cómo la de otros actos más sencillos y comunes de nuestro día a día. Puede darse de forma generalizada y crónica o bien se puede presentar de modo aleatorio, según momentos puntales del paciente, a mi me ocurre, no de forma grave, cuando noto que estoy más estresado o no descanso bien.  
  • Ataxia: suele ser cuando notamos temblores o la falta de coordinación de los movimientos musculares, de forma frecuente que impiden hacer tus tareas de forma normal. Afecta desde la precisión de tus movimientos, la velocidad de los mismos, que se suele ralentizar y no solo a los músculos externos como los de las manos, brazos o piernas, si no también a los internos, llegando a dificultar la tarea a la hora de tragar o en el habla. En mi caso, me ocurrio en pleno brote, donde no era capaz de que mis manos hicieran las cosas de forma natural. Si yo quería coger un vaso de agua y beber, mi cerebro debía de ordenar directamente y de forma intencionada a la mano, que fuera hacia el vaso, que lo cogiera con cuidado a no derramarlo, pedirle que hiciera la fuerza y el movimiento necesario para llevarlo a mi boca y poder beber. Tuve que acostumbrarme sentir de nuevo, a que el cerebro diera esas ordenes de forma natural, poco a poco, para que las cosas se fueran haciendo como antes. 
  • Disfagia: es la dificultad para tragar o aquellos problemas que se pueden dar en el descenso de los alimentos sólidos o líquidos por la garganta.  Este trastorno puede llegar a dificultar de forma severa la alimentación y nutrición del paciente. Suele ser más habitual de lo que parece y puede pasar desapercibida por el paciente.
  • Disestesia: son alteraciones en la sensibilidad o el tacto del paciente. Puede llegar a ser dolorosa, con sensaciones muy extrañas y desagradables. Suelen describirlo como descargas eléctricas. Al verse alterado el sentido del tacto, es probable en esa falta de sensibilidad, no identificar determinadas características de las cosas, sin son suaves o rugosas, si son de un tamaño u otro, su forma, sobre todo cuando las tocas y no las ves, es horrible, te lo digo porque es uno de mis secuelas y es mi día a día.
  • Diplopia: son problemas visuales en los músculos oculares que provoca una visión doble. Por desgracia es muy habitual y molesto. Provoca la paralasis de unos de los músculos que controla el movimiento de los ojos y estos pierden su alineación. Puede darse de forma puntual en alguna fase de la enfermedad y corregirse sola en un espacio breve de tiempo.
  • Dispraxia: es cuando tienes dificultades psicomotrices, ocasionando torpeza, lentitud o dificultad a la hora de realizar ciertos movimientos. Se da en músculos que trabajan en tareas cotidianas y suele ser muy desagradable ya que te impide escribir, atarse los zapatos, cortar la comida con cuchillo y tenedor, hablar, montar en bici o realizar alguna otra tarea que requiere cierto tacto fino o equilibrio.
  • Disartria: es la que provoca dificultad en el habla, afecta a la musculatura de la lengua, la laringe, la boca o cuerdas vocales, lo que afecta sin duda a la calidad de vida del paciente, sintiéndose impotente para poder expresarse correctamente. Puede llevar al aislamiento, falta de comunicación por ese miedo al rechazo o a hacer el ridículo.
  • Fenómeno de Uhthoff: sensibilidad al calor, cuando nos exponemos a altas temperaturas y nuestro cuerpo aumenta esa temperatura interior, provoca el empeoramiento de muchos de los síntomas que ya tiene el paciente.  Suelen ser transitorios y reversibles.
  • El signo de L’Hermitte: sensación de calambre, shock o descarga eléctrica que recorre de arriba abajo toda la columna vertebral y a veces llega hasta los brazos y las piernas cuando se flexiona el cuello hacia delante de manera voluntaria o pasiva.