Jueves, 6 de Abril del 2.023
En O Predouzo estuve en el albergue Mirador de Pedrouzo (14€). Es muy chulo, un gran chalet en la loma de una montaña donde permite tener unas preciosas vistas. Con una piscina que seguro en época de verano, hará las delicias del peregrino, un gran patio donde estar al aire libre. Estuve en una habitación de 10 literas, con un armario con llave para cada una. Muy limpio todo y moderno, con un enchufe individual y lampara en cada una de las literas, que lo hace muy confortable y práctico.
Al entrar, la recepción esta en la parte trasera donde antes de acceder tienes para dejar las botas y bastones. La señora muy amable te explica el funcionamiento y te acompaña a la habitación, te enseña las duchas y te da la clave de wifi, como en el resto de albergues. Gran albergue sin duda.
La noche no fue la mejor de todas. Quería acostarme pronto. Aunque no me puse el despertador, mi idea era salir bien temprano para intentar llegar a Santiago antes de las 12:00h, ya que había visto que a esa hora daban la misa del peregrino y ponían el famoso botafumeiro en funcionamiento. Esa tarde se jugaba la semifinal de la copa del rey de fútbol entre el Barcelona y el Real Madrid, empezaba a las 21:00 y cene pronto para ver desde la cama la primera parte, pero no aguante, tenía sueño y el cansancio me podía. Apague el móvil e intenté dormir, porque no pase de esa fase. No se si fue por los nervios de pensar que ya llegaba a la meta, por saber que ya casi, lo había conseguido, o el alboroto que había en la calle, el trasiego de los peregrinos que no paraban de entrar y salir de la habitación, con las luces encendidas, las risa y charlas normales de los grupos que había, pero no recuerdo a que hora pude descansar, yo vi mas de la 01:00 de la mañana en el reloj.
En un momento de la noche, como lechuza en mita de la noche, los ojos se abrieron, mire el reloj, las 05:00 de la mañana y pensé, «aquí ya no haces nada, cuando antes salgas, antes llegas». Salté de la cama, cogí mi mochila y mis cosas con todo el cuidado del mundo, aunque he de ser sincero, dije » si hago ruido, lo siento, ellos tampoco me dejaron a mi descansar anoche», baje a la entrada, me vestí, me eché pomada en mi tobillo, que algo menos, pero seguía hinchado, me puse las botas y salí de camino a Santiago en plena noche.
Os puedo asegurar, que la experiencia de andar solo por el camino completamente de noche, es inigualable. Iba con mi linterna, alumbrando solo el paso siguiente que podía dar. Me preocupaba que pudiera tropezar y no solo caer, sino torcerme el tobillo mal herido. Igual fue esa concentración, esa preocupación la que me hizo olvidarme de los dolores y caminar con paso firme.
La luna llena guiaba mi camino, de vez en cuando, apagaba mi linterna pensando que la luz de la luna alumbraría parte del camino. No fue así, sería por ir entre arboles muy altos, que la luz de la luna, no llegaba al suelo. Otras veces me paraba, miraba atrás para ver si veía alguna linterna de otros peregrinos, negativo, iba completamente solo.
Cuando me quise dar cuenta y ya estaba amaneciendo, y después de darme un gran susto. Te cuento, concentrado en cada paso, sin apenas luz y con el canto de los pajarillos, de repente, un ruido tremendo, ensordecedor aparece por mi izquierda, me giro a escasos metros, veo las luces de un avión despegando, sabía que la última etapa pasaba cerca del aeropuerto de Santiago, pero ni me acordé ni imaginaba que pudiera estar tan cerca de el.
Pare a desayunar e inicie el camino, ya sin la noche, sin la luna y con un día reluciente. En el primer mojón kilométrico vi que me quedaban 10km para llegar a Santiago, no me lo creía, me había zampado media etapa de noche y sin apenas molestias.
Estaba disfrutando mucho del camino, cómo me propuse quería dejar mi piedra, aquella que llevan muchos peregrinos apuntada en ella esas cosas personales que uno quiere dejar o que le piden al camino sacar de sus vidas. Quería dejarla en el sitio desde donde divisara por primera vez la catedral. Había visto algún video donde se veían a los lejos los picos de la catedral. Cuando yo la divisé, no era ni de cerca, el sitio más bonito ni más emblemático de todo el camino. Pero una promesa era una promesa y la deje en ese mojón que marca 4.460km hasta llegar al punto 0 en la Plaza del Obradoiro.
Entre en Santiago, sabiendo que dejaba atrás cinco días increíbles. Dejas atrás bosque y naturaleza, por casas, polución y mucho ruido. Entras a ese mundo, desde un puente donde se divisa gran parte de la ciudad. Sigues una cuesta arriba donde se nota la absoluta normalidad, están costumbrados a ver peregrinos con sus mochilas, con caras de cansancio y no le dan mayor importancia, uno más.
Y así es, uno más, pero también sé, que para uno de esos peregrinos y por su puesto para mí, no es un camino más en MI CAMINO.
Seguía las indicaciones hasta la plaza del Obradoiro, se me hacía eterno, lo tocaba con la punta de los dedos. Un cartel, un bar que se llaman igual «1000 metros» algo que no permite error ni dudas para saber cuanto queda. No sé lo que tarde, pero pensé que había pasado mucho tiempo desde ese cartel de mil metros, por lo que tuve que preguntar al pensar que me habría pasado, porque algo que no me gusto nada, es que en todo ese trayecto que hice desde la entrada a Santiago, no vi en ningún momento los picos de la catedral.
Me indicaron un pequeño callejón, según me acerco, unas escaleras que bajan a la plaza. Entras por un lateral de la catedral, por lo qué, hasta que no estás en el centro de la plaza y te giras a la izquierda, no puedes contemplar en todo su esplendor la catedral, eso también me decepciono mucho, pero y a partir de ahí, me deje llevar, lo había conseguido.
Enseguida llamé a Manuela y a Celia para decírselo y romper a llorar de emoción. Me tiré al suelo, como suelen hacer casi todos los peregrinos al llegar y con lo que todo había soñado todos estos años atrás.
Me hice fotos y me fuí a la oficina del peregrino para conseguir mi Compostela. Ya tenía cita previa, que aunque era pronto y no había mucha gente, agiliza la tarea, solo pasas el código QR y esperas a que salga tu número en la pantalla para entregar mi credencial con todos los sellos, lo verifican y te dan a elegir si quieres también el certificado con los kilómetros realizados, por lo que te preguntas desde donde has empezado el camino.
Entre a la catedral y la última decepción, es que era Jueves Santo y no había misa del peregrino. Eso no me quito poder disfrutar de la magnitud de su interior, de llenarme de la paz y las sensaciones que tenia dentro de mí al estar delante del Apóstol Santiago, bajar a ver sus restos y recrearme con cada detalle de las muchas estancias que tiene la catedral. Salí de nuevo a la plaza, recorriendo todos los alrededores de la catedral, me adentré por las calles aledañas y aproveche para buscar desde donde salía el autobús al aeropuerto, Compré un poco de queso, unas tartas de Santiago y unos recuerdos para mis chicas.
Volví al inicio del final, a tirarme al centro de la plaza del Obradoiro, donde no paraba de oírse gaitas de fondo y para seguir contemplando como llegaban más y más peregrinos, ver sus reacciones, unos gritaban, otros bailaban, otros lloraban o se tiraban al suelo como yo y disfrutar de todo.
Comí en un bar cercano, tomé el autobús al aeropuerto y allí esperé más de horas hasta la salida del vuelo a Madrid, de vuelta a la rutina. En esas dos horas me dio tiempo a finalizar mi lectura, la que me había acompañado durante el camino y que fue todo un acierro, os lo recomiendo «El Monje que vendió su Ferrari», me dio tiempo a reflexionar de todo el camino y sacar mis conclusiones finales.
Dejaba atrás días de olor a vaca, de respirar aire puro y días donde estar tanto tiempo conmigo mismo, esa sensación de conocerme, algo de lo que tenía miedo por no saber que me encontraría, sabía que irían desapareciendo, apagándose por el ruido exterior que entraría de nuevo en mí, acallando mi voz interior.
No estoy dispuesto a eso, si algo me ha enseñado el camino, es que no me ha desagradado estar tanto tiempo en mi propia compañía, eso que temía, me hizo acordarme de una frase que dice «tenía miedo a equivocarme y me equivoque».
Este es un recuento total de todo lo andado, no solo en el transcurso de las etapas, si no también lo andado por los destinos.
KILOMETROS TOTALES – 148.36 km
PASOS TOTALES – 208.986 pasos
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Etapa 1 – 30.11 km y 42.413 pasos
Etapa 2 – 29.36 km y 41.358 pasos
Etapa 3 – 34.50km y 48.598 pasos
Etapa 4 – 24.11 km y 33.964 pasos
Etapa 5 – 30.28 km y 42.653 pasos