-
- No hay peor tormenta, que la que uno se arma dentro de su cabeza – nuestra mente nos juega malas pasadas continuamente, nos crea unos escenarios dignos de los guionistas de las mejores películas de terror, y lo hace de una forma tan real que no nos queda más remedio que creerla. Desde nuestra propia observación en situaciones que hemos detectado anteriormente, podemos aprender para que no nos vuelva a suceder. Es necesario, porque esas situaciones o similares nos volverán a pasar, y debemos estar mejor preparados para no sufrir como ya lo hicimos. Con esto intentaremos no dejarnos llevar por el momento, por una mala sensación. Debemos parar, respirar, mirar a nuestro alrededor y examinar, desde esa pausa, por un solo momento, si todo lo que pensamos o lo que nos está pasando tiene solución, si podemos hacer algo o si, quizás, debemos dejar de hacerlo. El caso es que debemos hacer algo para que eso se resuelva, no lo hará por sí solo. Cuando lo consigas una vez, repetirás y verás que la solución no es tan compleja.
- Si conquistas tus miedos, el mundo te abre sus brazos – ser valiente no es no tener miedo, sino hacer eso que te da miedo pese a tenerlo. Quizás no te has dado cuenta, pero ya te has enfrentado anteriormente a otros miedos y los has vencido. El miedo puede paralizarnos, pero en otras ocasiones nos activa y hace que saquemos lo mejor de nosotros mismos. Tener miedo no es malo, lo malo es que no poder dejarlo atrás. Al identificarlo ya estás dando un paso adelante hacia su superación. Merece la pena hacer ese esfuerzo, porque cuando lo superas, te das cuenta de que detrás hay mucho más, una vida llena de cosas maravillosas que hasta ahora te habías estado perdiendo por no afrontar ese miedo. Cuántas veces hemos pensado que seríamos más felices si tuviéramos esto o aquello, que si nos pasaran cosas que no nos han pasado, seríamos más felices. Pero no nos atrevemos a comprobarlo, porque nos vamos poniendo barreras, buscamos excusas para ni siquiera intentarlo. Eso también son miedos que nos paralizan, como el miedo a lo desconocido. No es fácil quitarse los miedos de encima, esos miedos que te impiden crecer, ser mejores. Y se necesita tiempo, mucho tiempo, eso no ocurre de un día para otro. Pero se debe empezar por detectarlos y después ponerse a trabajar para eliminarlos. Vivir con miedos es horrible y vivir con el freno de mano echado no es sano. Atrévete y da un paso adelante.
- ¿De qué sirve perder, antes de luchar? – la actitud lo es todo en la vida, de cómo afrontes tus retos, obtendrás unos resultados u otros. Luchar es una constante en todo lo que hacemos, ya que siempre estamos tomando decisiones: para conseguir algo, para dejarlo, para ir por un camino o por otro. En ningún momento sabemos qué pasará cuando tomamos esas decisiones. Unas nos costarán más porque son cosas que en un primer momento no nos apetecen, pero si son necesarias para obtener o llegar a lo que queremos. En esos momentos sentiremos que no podemos o no queremos hacerlo, entonces es cuando empieza nuestra lucha, pero merece la pena. Si haces algo por inercia, sin ganas, no estás en el camino correcto. Busca esas sensaciones en las cuales esa lucha, ese esfuerzo, no se sienta tan pesado; que notes que, aunque tengas que sufrir, será porque estás en el camino adecuado y seguro que ya estarás más cerca de conseguirlo.
- El miedo siempre es más grande que el monstruo – como hemos dicho anteriormente nuestra mente nos pone en situaciones complicadas al enseñarnos escenarios irreales, llenos de miedos para que desistamos en hacer algo que es diferente a lo que veníamos haciendo anteriormente, o algo que es nuevo o no conocemos. Lo hace en defensa propia, su tarea es la de mantenernos vivos y para ella esa nueva situación es peligrosa, ya que no lo tiene controlado. Si te paras a pensar cuando nos ha pasado eso anteriormente, jamás ha ocurrido nada como nuestra cabeza nos presento y vemos que finalmente la situación no era ni tan complicada ni era nada por lo que deberíamos haber tenido esas preocupaciones o miedos. Como dice el gran Miguel Ángel Tobías, la vida está al otro lado del miedo. Superar nuestros temores nos hace crecer, no enfrentarnos a ellos, los hace más grandes de lo que realmente son y estamos más cerca de perder la batalla. Aún con miedo, hazlo, sacaras más beneficio si no te enfrentas y luego te arrepentirás por no haberlo intentado. En tu mano está.
- Todo lo que necesitas para ser feliz, está al otro lado del miedo – cuantas veces pensamos que seríamos más felices si tenemos eso o lo otro, que si nos pasarán cosas que no nos han pasado, seríamos más dichosos, pero no nos atrevemos a comprobarlo, porque nos vamos poniendo barreras, buscamos excusas para ni siquiera intentarlo. Eso también son miedos que nos paralizan, miedo a lo desconocido. No es fácil quitarse los miedos de encima, esos miedos que te impiden crecer, ser más grandes. Y se necesita tiempo, mucho tiempo, es no ocurre de un día para otro, pero se debe de empezar por detectarlos y después ponerte a trabajar para eliminarlos. Vivir con miedos es horrible y vivir con el freno de mano echado no es sano. Atrévete y da un paso adelante.
- La buena suerte no llega, hay que salir a buscarla – confundimos el éxito que otros consiguen con un golpe de suerte y a culpar de nuestros propios fracasos a la mala fortuna. Lo que posiblemente ocurre es que nos damos cuenta de que solo nos estamos fijando en el resultado final y no en lo que ha pasado hasta llegar a él. No vemos lo que ha sacrificado o ha dejado de hacer la persona que ha conseguido eso que llamamos ‘golpe de suerte‘. Y menos aún vemos lo que nosotros no hemos sido capaces de sacrificar o dejar a un lado para haber conseguido eso que la ‘mala suerte’ nos ha privado. El éxito no viene solo, se trabaja y aparece cuando más se trabaja. Si no hay acción no hay resultados. Sal de tu zona de confort, haz cosas diferentes para conseguir nuevos resultados.
- No te conviertas en lo que temes, conviértete en lo que sueñas: – Javier Iriondo – aquello que nos preocupa, que no controlamos, es lo que nos hace sufrir. Si además le prestamos más atención a aquello que no tenemos o no hemos conseguido, nos quedamos anclados en ese sufrimiento. Debemos agradecer lo que tenemos, las capacidades que poseemos y que nos pueden ayudar a conseguir nuestros sueños. Vivir con miedos nos limita tanto que nos hace desistir, nos bloquea para ni siquiera intentar alcanzar nuestros sueños, alejándonos de aquello que deseamos. Deja que tus sueños venzan a tus miedos. No eres tus miedos, tú eres más fuerte y puedes con ellos.
- La oscuridad no puede expulsar a la oscuridad, solo la luz puede hacerlo, en el odio ocurre lo mismo, solo el amor puede expulsar al odio. – Martin Lutter King – esta reflexión me hizo pensar mucho, nunca había caído en esa verdad, algo tan sencillo que deberíamos aplicar, a cada momento. Si lo piensas, algo tan potente podría ser la solución a muchos de los problemas que tenemos en nuestro día a día. Aunque sea en nuestro ámbito personal, debemos intentar aplicarlo. Debemos poner amor en todo lo que hagamos, para así dejar a un lado el odio, el rencor, nuestro ego y todo lo negativo que vemos o albergamos en nuestro interior. Contagiemos el amor por donde vayamos, creemos un tsunami de amor. El amor es el arma más poderosa que tenemos. Gracias a él, podemos alejar tanto odio y maldad que inundan el mundo actual. No pienses que tú no puedes hacer nada, si tú cambias, transformas tu entorno, y eso es el punto de partida perfecto. Es el amor con lo que nacemos, no con el odio. Y sin embargo, el ser humano, no en general, gracias a Dios, a lo largo de su vida, a menudo alimenta más el odio que el amor. Se deja vencer por él, cierra sus puertas al amor, tanto hacia sí mismo como hacia los demás. Empieza a llenar de amor tu día a día, contagia amor por dondequiera que vayas. Si allí donde estás, o vas, ves odio, gánalo con tu amor, ese amor se encargará de desterrar ese odio. ¿Te atreves a probarlo?
- No existen los límites, solo nuestros miedos nos detienen. – Maestro Yoda – esta frase nos invita a superarnos, nos hace ver que solo nosotros nos ponemos dificultades antes de llegar a la meta. Esta misma frase nos ofrece una forma diferente de afrontar situaciones complicadas, la de detenernos a ver desde otra perspectiva la situación real, buscando opciones más allá de esas barreras imaginarias que nos hemos autoimpuesto. Como esas barreras, los límites también son autoimpuestos. Aquí se aplica el clásico principio de que nadie debe decirte si puedes o no; es una verdad innegable. No dejes de intentarlo, solo por un pensamiento negativo tuyo o de alguien. Solo nuestra cabeza nos pone esas barreras en forma de miedos, de bloqueos para mantenernos en la zona de confort. Si consigues superar esas barreras, verás lo maravilloso que es todo y te darás cuenta de que perdiste el tiempo al no enfrentarte a esos miedos.
- Si tienes miedo, estás de enhorabuena, es una ocasión de crecer – todo reto, todo lo nuevo, todo aquello que no tienes previsto, nos llena de incertidumbre, remueve nuestro interior y nos genera esa inquietud que podemos identificar como miedo. Todo eso nos puede paralizar y llevarte a desistir, a ir por el camino fácil de la apatía o la pereza y no intentarlo, a quitarnos la culpa para que nuestra conciencia se quede tranquila y lo usemos de escudo ante los demás. Si te pasa todo eso, pero das un paso al frente, estás de suerte, porque solo vas a ir a mejor. Cuando veas que poco a poco das pequeños pasos y vas dejándolo atrás, de repente verás que has generado un gran impulso en tu vida. Te darás cuenta de que podrás dar saltos muy altos y avanzar de una forma extraordinaria. Si miramos a los ojos a los miedos, frente a frente, creceremos de tal forma que cuando tengamos situaciones parecidas, nos acordaremos de ese momento anterior para darnos cuenta de que si una vez pudiste, podrás otra vez.
- Ser valiente no quiere decir que no tengas miedo, es actuar a pesar de este. – J.K. Rowling – el miedo nos nubla la visión, impidiéndonos darnos cuenta de la realidad que tenemos delante. Nos hace ver los monstruos mucho más grandes de lo que son en realidad. Seguramente lo más complicado es darse cuenta de esos miedos, detectarlos. Después también es un acto de valentía pedir ayuda porque muchas veces no podremos afrontarlos solos. Se suele decir que si quieres ir más rápido debes ir solo, pero si quieres llegar más lejos, debes ir acompañado. Esa ayuda, esa compañía, nos hará más fuertes y nos permitirá tener otra perspectiva de lo que nos pasa. Todo eso es lo que se le llama ser valiente.
- El miedo lleva a la ira, la ira lleva al odio, el odio al sufrimiento. – Maestro Yoda – si lo examinas detalladamente, nuestras inseguridades, la falta de confianza en nosotros mismos, son solo un cúmulo de acciones imaginarias que nuestra cabeza nos pone delante y nos repite una y otra vez. Nos hace creer que es peligroso, que no lo hagamos, que es mejor quedarse como estamos, ya que son situaciones que, al no conocerlas, no controlamos. Incluso volvemos a idear otros planes para ver qué haríamos si eso ocurriera. Son tan reales que muchos los vemos muy lógicos. Esto nos genera incertidumbre, nos enfada, nos llena de ira y, sin duda, no nos deja ver las cosas como son de verdad. El propio miedo nos ha puesto el filtro delante por el cual no somos capaces de reaccionar y culpamos al resto, sufrimos y llegamos a dejar a un lado situaciones o personas por no ser capaces de afrontar la situación. Sé que no es fácil, pero debes intentarlo, debes plantar cara a tus miedos y verás cómo todo es mucho más fácil.
- El miedo no se elige, pero si eliges que hacer con el – si algo hay que hay que tener claro es que todos tenemos miedos, grandes o pequeños, pero no siempre somos conscientes de ellos. Podemos camuflarlos de innumerables formas, con incontables excusas para evitarlos y no afrontarlos. Dejarlos ahí no nos ayudará. Tampoco debemos normalizarlos como algo cotidiano en nuestras vidas. Es normal tenerlos ya que es parte de nuestra naturaleza, no podemos evitarlo de ninguna manera, con una actitud positiva, con el afán de superarlo, es cuando lo podemos dejar a un lado. Eso sí depende de ti, solo de ti, que hagas algo para que eso cambie. Te aseguro que no es tan difícil como piensas. Es más, ya has pasado por situaciones parecidas y las has superado. Eres más fuerte de lo que piensas.
- La forma más segura de fracasar es abandonar – y es posible que sea lo más fácil de hacer, lo que de primeras nos pide el cuerpo cuando algo no nos sale o cuando vemos la dificultad de poder realizarlo. Pero hay que saber que todo tiene su tiempo, su esfuerzo y, finalmente, su recompensa. Es casi seguro que no nos salga la primera vez, que necesitemos más intentos para poder conseguir las cosas. Por lo tanto, no podemos tirar la toalla a la primera de cambio, pero tampoco abandonarlo cuando nos desesperemos al no conseguirlo. Estaríamos echando por tierra el trabajo hecho hasta ese momento, y no sabemos si la siguiente será la vez que lo consigamos. Esa perseverancia debemos entrenarla si no la tenemos, debemos sacrificarnos. Ten por seguro que nadie consigue las cosas por suerte; la suerte se trabaja. Muchos han dejado otras muchas cosas por el camino para conseguir algo que deseaban. Haz tú lo mismo: sé fuerte en tus intentos, aprende de los errores, busca otra forma de hacer las cosas. La recompensa te está esperando, no des por hecho que no sabes o que no te va a salir. Inténtalo, prepárate para luego poder disfrutar del logro.
- Si no hay enemigo interno, ningún enemigo externo puede hacerte daño – es fácil decirlo, pero no es fácil hacerlo, si tú tienes paz interior es más factible que la relación con los demás sea mejor, que lo que pase fuera te afecte menos porque los demás chocarán contra tu escudo de la confianza. Seguramente tú eres la persona más crítica contigo mismo. Eso no es malo, lo que es malo es que te maltrates cuando te exiges. Examina si ese lenguaje que usas contigo mismo es el que utilizarías hacia la persona que más quieres, si le hablarías así a tu ser más querido o a tu mascota. Vales más de lo que piensas; lo puedes comprobar si le preguntas a un ser querido qué piensa de ti. Por supuesto, todos tenemos cosas que mejorar, pero también es seguro que tampoco hacemos tantas cosas mal. Quiérete. Eres la persona con la que más tiempo vas a pasar el resto de tu vida. No seas tu propio monstruo, deja a un lado los miedos que te impiden ser tú mismo. Prueba poco a poco a hacer cosas que te apetece modificar, que sabes que puedes mejorar. Ve hacia tu mejor versión; merece la pena.
- La valentía disminuye cuando no la usas – es como todo en la vida, si estás tiempo sin hacer ejercicio y luego lo haces, puede que tengas agujetas; si te sacas el carnet de conducir, pero tardas en coger el coche, seguro que luego te costará más conducir con confianza. Con el valor ocurre lo mismo. Si no lo has usado, ni lo echas de menos, pero si lo envidias cuando lo ves en los demás. Si lo tienes, pero lo usas poco, es decir, si te pueden más los miedos que tu cabeza genera cuando piensas en atreverte a algo, no lograrás que se fortalezca, que esa valentía actúe casi por inercia. Y no me refiero a ir por la vida de forma impulsiva, lo digo porque no podemos ir por la vida con miedos infundados, con miedos que solo existen en nuestra cabeza. Cuando afrontas un miedo y te das cuenta de que no era para tanto, te llenas de valentía. Incluso esa experiencia te dice que si haces lo mismo con otras situaciones, te sentirás mejor. Atrévete, no pasa nada. Si fallas, lo vuelves a intentar. Si lo superas, creces y crecerás en futuras ocasiones que necesites de esa valentía para ser tú mismo.
- Los miedos nos hacen más, débiles y no nos dejan ver las cosas – es difícil de controlar, pero sí son fáciles de ver, de saber lo que nos afecta. Son como una venda en los ojos que deja pasar algo de luz, pero nada con nitidez. Son capaces de mostrar una sombra, un monstruo tan grande como para salir corriendo, pero si consigues apartar un poco esa venda, descubres la mentira, descubres que ese monstruo no es tan grande como pensabas. Esa venda somos nosotros mismos con nuestras distorsiones mentales, con todos los pretextos que queramos inventar para no afrontar una situación. Muchas de esas situaciones son desconocidas y nuestra mente monta su película para que te alejes del peligro. El cerebro hace su papel, el de protegernos ante las adversidades; la incertidumbre y lo desconocido son aliados del miedo. Cuando consigues dar un paso más, quitar del todo la venda, mirar al miedo a los ojos, es cuando te das cuenta de lo fuerte que eres.
- Tus metas son más grandes que tus miedos – esto sería el mejor asidero al que agarrarse para poder superar los miedos. Pensar en todo momento en tus objetivos, tenerlos como excusa para que nada por el camino te detenga, es sin duda la mayor motivación que puedas tener. Y esto no cambiará la dureza del camino ni las piedras que en él aparecerán, pero sí nos deberían dar fuerza para esquivarlas, para dejarlas atrás una y otra vez. Cuando tengas momentos de flaqueza, piensa en el momento en el que empezaste ese camino, ese sueño; recuerda la ilusión que tenías, cómo apartabas las barreras que te ponías tú u otras personas para poder conseguirlo. Superando esas dificultades te harás grande, superarás situaciones que ni te habías planteado y que gracias a tu esfuerzo te han permitido seguir avanzando. Los miedos muchas veces son barreras que nos ponemos justo delante de nuestras metas. Apártalos y deja que tus objetivos iluminen tu camino.
- Los miedos son los mayores ladrones de los sueños – ¿dónde irán todos esos sueños perdidos? Donde estén, los miedos los han llevado. Hemos alimentado más al enemigo, al miedo, que a la ilusión. Ya sea por poca autoestima, por el que dirán. Otras veces, por la falta de conocimiento, por no saber a qué puertas llamar, por no estar preparado para afrontar ese sueño o no saber ni cómo transformarlo al aspecto físico. Con todo esto, nuestros sueños se nos diluyen, se nos van haciendo pequeñitos hasta que desaparecen, dejando un reguero de dolor por ni siquiera haberlo intentado. En algún momento debemos dar un manotazo en la mesa y decir basta, luchar de verdad por ese sueño, por aquello que deseamos ser o queremos tener. Y para esto solo hay una forma: mirar de frente a esos miedos, darte cuenta de que casi nunca son reales, no existen. Pero nuestra mente nos los mantiene delante para que no hagamos esfuerzos por conseguirlos, para que sigamos en nuestra área de confort. Pensamos: ‘Aquí no estoy tan mal y, como no sé si va a salir bien o incluso si me va a ir peor, me quedo como estoy‘. Nunca sabrás qué ocurre si no pasas a la acción. Siéntete fuerte, que lo eres; siéntete libre, que puedes; siéntete grande, que te lo mereces.
- La autoestima es proporcional a los miedos que superas – de una forma u otra en algún momento de nuestra vida nos hemos sentido dichosos, orgullosos, felices por algo que hayamos conseguido. Se nos hincha el pecho de satisfacción y no necesariamente ha sido reconocido por nadie; no hace falta, tú sabes lo bien que lo has hecho. Es cuando la autoestima se hace presente e incluso te permite seguir haciendo cosas, te sientes más seguro de poder conseguirlas, porque vienes de una experiencia buena. Pero debes ser capaz de aplicar esa misma sensación cuando algo no sale bien. No siempre debe salir todo perfecto; ni antes eras genial, ni por algo menos bueno eres tan malo. Tienes capacidades de sobra, lo has demostrado en muchas ocasiones. Lo que no debes permitir es que los miedos, que solo están en tu cabeza, te repriman de hacer algo. La mente te puede traer momentos malos, situaciones casi reales de cómo puede salir todo mal. Pero tú en ese momento debes ser consciente de lo que está pasando y empezar a sustituir esos malos pensamientos por aquellos recuerdos de cuando has hecho las cosas bien. Siente esa sensación y no entres en el torbellino de los malos pensamientos, de los miedos infundados. Tú puedes con ellos, ya lo has hecho antes y lo sabes. Que tu mente positiva domine a la negativa.
- Aquello que no eres capaz de aceptar, es la única causa de sufrimiento – este es uno de los mayores motivos por los cuales se debe dejar atrás aquello que no nos aporta, aquello que nos hace sufrir. Reconocerlos y aceptarlos es el primer paso para que nos demos cuenta del origen de él mismo. Debemos darnos cuenta de lo libres que podemos llegar a ser con nosotros mismos. No podemos cambiar algunas cosas externas, pero sí podemos cambiar cosas desde nuestro interior, como los pensamientos negativos. Debemos trabajar en ellos para sustituirlos por otros más positivos, poco a poco, sin prisa pero sin pausa. No nos vamos a levantar una mañana y que todo esté resuelto. También tenemos la elección de cambiar nuestra actitud cuando nos pasan las cosas. No podemos elegir si el día está nublado y cambiarlo a soleado, pero sí podremos elegir cómo nos tomamos el día: si nos quedamos viendo llover por la ventana o salir a la calle y ponernos a saltar en los charcos. Eso solo depende de nosotros. Lo mismo nos ocurre con las personas negativas que podemos tener cerca, es mejor mantenerlas alejadas para que no nos contagien con su actitud.
- Lo que nos perturba no es lo que nos ocurre, sino nuestros pensamientos sobre lo que nos ocurre – Epicteto – cuántas y cuántas veces nos hemos visto en el remolino de pensamientos negativos de los cuales no sabemos o no podemos salir. No somos capaces de ver las cosas de otra forma. Pensamos que las cosas malas nos ocurren solo a nosotros, y eso atrae aún más negatividad. Enfadarnos o no aceptar lo que nos ocurre no hará que el problema desaparezca. Eso solo ocurrirá cuando aceptemos que podemos tener otra actitud ante esa situación, que podemos afrontarla de una forma más positiva. Es entonces cuando nos damos cuenta de que, quizás, el problema no era tan grande. Solo con tener otra actitud, afrontando la situación y pensando que, pese a todo, debemos seguir adelante, es la mejor opción que podemos tener ante esas situaciones complicadas.